martes, 4 de mayo de 2010



-Has dormido profundamete, no me he perdido nada -sus ojos centellearon-. Empezaste a hablar en sueños muy pronto.
-¿Qué oíste?
Los ojos dorados se suavizaron.
-Dijiste que me querías.
-Eso ya lo sabías.
-Da lo mismo, es agradable oírlo.
-Te quiero- susurré.
-Ahora tú eres mi vida.

No hay comentarios.: